Como sabemos, existen distintas formas en las cuáles los
profesionales sanitarios pueden actuar para prevenir, disminuir o mejorar una
enfermedad. Nos referimos a los distintos niveles de prevención, entendiendo
como tal aquellas medidas que se llevan a cabo para evitar una enfermedad,
que se diagnostique precozmente y se trate para una mejor recuperación.
¿Cómo actuamos ante dicha situación? A través de la promoción
de la salud y la protección de ésta dirigida a una población concreta; en
nuestro caso a los ancianos. Un ejemplo
para aclarar el concepto sería disminuir las barreras arquitectónicas con la
que se encuentra esta población, como son las escaleras para reducir el riesgo
de caídas que tienen. También forma
parte de esta prevención la vacuna antigripal que deben ponerse todos los años
por la gran vulnerabilidad que les supone.
En cuanto a la prevención
secundaria, son aquellas medidas que tomamos para disminuir la prevalencia
de las enfermedades, retardando o eliminando el desarrollo de la éstas. Actuamos
por lo tanto, en la etapa patogénica de la enfermedad.
¿Cuál será nuestra actuación? Intervenir a través de programas
de detección. Es este caso, serviría de
ejemplo el diagnóstico precoz en cáncer de mama a través de mamografías cada
dos años. Por otra parte, sabemos que la población anciana tiene un factor de
riesgo importante en cuanto a la osteoporosis; en este caso, otro ejemplo sería
la realización de densitometría ósea.
A continuación, cito un artículo en la cual se habla de la
osteoporosis y las distintas medidas que se toman en función de la prevención en
la que nos encontremos:
Por último, hablamos de prevención
terciaria cuando nos encontramos en la etapa de cronicidad de una
enfermedad. Es aquí cuando las medidas que se llevan a cabo tienen el objetivo
de reducir las secuelas de la enfermedad, con tal de conseguir una mejora de la
calidad de vida de la persona enferma y sus familiares.
¿Cómo intervenimos? Tratando y rehabilitando a la persona afectada. En el caso de la demencia, el
paciente será tratado farmacológicamente para retardar el progreso de la
enfermedad, además de llevar a cabo una terapia ocupacional basada en conseguir
el máximo nivel de autonomía e independencia del paciente.
Seguidamente, adjunto el link de una guía práctica para
profesionales que trabajan con enfermos de Alzheimer, de la cual yo me he
basado en su capítulo 3 en el que habla
cómo se interviene en el área de la terapia ocupacional con este tipo de
población.
En conclusión, nuestra actuación enfermera es claramente fundamental en cualquier fase de la enfermedad en la que nuestro pacientes ancianos se encuentre, y por ello, es necesario llevarlas a cabo, para mejorar la calidad de vida de éstos independientemente de estar o no enfermos.
Esta entrada esta mas elaborada. Sigue así, gracias.
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